Volver no era una opción hasta que uno siente algo dentro que arde, que quema y haciendo caso a Bukowski, decidí volver
Mi salón cuenta con tres mesas, una de trabajo, luego está la típica mesa de centro que invita a sentarse en el sofá y una mesa redonda, blanca que adquirí hace un tiempo en un anticuario. Es una mesa de mediados de los 70. La compré para sentarme a escribir, sin embargo, como suele ocurrir con las cuestiones que uno planea, no he sido capaz de hilvanar un par de líneas.
Me concentro más y mejor en un lugar amable como Starbucks, que en mi propia casa. Y eso dice todo o casi todo de mí.
Lugares como Starbucks son idóneos para los ‘culturetas’, nos reconocemos a primera vista incluso sin ser ‘gafapastas’. Estos cafés son la estrella Michelín para los fans de Apple, de los que nos creemos artistas. Un lugar con regusto a soledad, ojo, a soledad cálida y eso hace mucho.
El retorno de este blog nace en uno. En Ginebra, a finales de septiembre. Antes de coger un bus de línea para cruzar la frontera e ir a los Alpes franceses. Me perdí el paisaje, y por supuesto se me pasó marcar la ubicación exacta de la ultima parada antes de visitar Le Mont Salève, ya en Francia. A causa de mis inéditas ganas de volver a contar batallitas. Un clásico para despistados, perderse el paisaje por cualquier causa. Así que la vuelta a la parada estuvo rodeada de misterios y perdidas. Probad a hablar en inglés en un pueblecito orgulloso de ser francófono. ¡Siempre nos quedará Innisfree!
Decía Javier Aznar en ¿Dónde vamos a bailar esta noche?: ‘’El pasado siempre vuelve. A veces solo para reírse en tu cara’’. Espero que este regreso sirva para entretener las noches de los domingos y poco más. Nunca tuve mayor pretensión que hacerles pasar un rato agradable. El propósito de cualquier blog debería ser ese. Así, sin más.
No esperen mucho, acaso esperen solo lo justo, un blog no debe de ser nunca como abrir el periódico y encontrar una columna de Cuartango, cálida y aséptica a la vez, llena de grandes frases en mono dosis. Los creadores de contenido en un blog no dejamos de sufrir un ataque insufrible y constante de nostalgia, es como sumergirse en una vieja cinta de Woody Allen, una inmersión a lo Cousteau en temas que nunca sabremos si tendrán recorrido o simplemente pasarán de largo.
Las hojas muertas llenan de caminos las búsquedas online. Sin niños que jueguen con ellas con el pie, dejan manchas caprichosas y con suerte alguien plagiará un párrafo para adornar un tuit. A los quince años tuve mi primera crisis de los cuarenta, no lloraré por un copia y pega sin acuse de recibo.
Como dato curioso, este blog, o, mejor dicho, la idea de reabrir Quinto Beatle surge en Ginebra y parte de esta primera entrada que sirva de reentre se está gestando en Venecia. Mientras el agua vuelve a subir y mi hotel está en pleno meollo de inundaciones. Lo cual dice muy poco de mi lógica a la hora de planear viajes. Antes les conté que a los catorce años sufrí mi primera crisis de los cuarenta, a esa edad también supe que no iba a llegar muy lejos.
¡Sean felices!