Los sentimientos no se volatilizan, se enfrían. Y, se enfrían con respecto a quienes nos han decepcionado alguna vez. Tengo la teoría de que esos sentimientos hibernan hasta enfriarse del todo y es entonces, cuando por fin desaparecen
Detrás de cada despedida en el cine existe un encanto casi mágico e hipnótico, nada que ver con la vida real que los mortales experimentamos, por eso el cine es el cine. La música, la fotografía o los ademanes de los protagonistas representan una liturgia que para los humanos de a pie, como yo, nunca llegaremos a experimentar.
Lo más cerca que estaremos de una despedida cinematográfica será experimentando el cinismo, no el de Bogart, más bien el de Woody Allen.
Decía Tony Soprano a un deprimido hijo que, tras una ruptura existía toda una industria que movía millones de dólares; la música. Siento decepcionar a la legión de haters del macho alfa de Jersey, Tony también tenía sentimientos.
La esencia de una despedida en el cine es contar un final a ser posible en pocas palabras. Una máxima que Hitchcock en su famosa conversación con Truffaut, señala; En la mayoría de los filmes, hay muy poco cine y yo lo llamo a esto fotografía de gente que habla. Cuando se cuenta una historia en el cine solo se debería recurrir al diálogo cuando es imposible hacerlo de otra forma. No puedo estar más de acuerdo en algo.
Los finales deben ser parcos en palabras, deben fluir solo los sentimientos en silencio. En una o en cien despedidas el dolor es visible. Lo ojos de Liam Neeson cuando decía a adiós a su manera a los hombres y mujeres que había salvado de una muerte segura. En medio de un impersonal Tokyo, Bill Murray se abraza a Scarlett Johansson, una joven trascendental por la que ha sentido inmensa curiosidad y que, le cambiará para siempre. Los finales no contienen palabras, solo dolor.
El punto final es la esencia de una película, de un libro y de toda relación, no es un fracaso solo el ciclo de la vida. Una despedida se compone de distintos actos, solemnes e intemporales, da igual si es ficción o si somos nosotros mismos los protagonistas. A nadie le gusta una despedida, les dejo un ejemplo sobre mí, odio el verano y, sin embargo, cuando se van los días largos, su ola de calor y los atardeceres en la playa, siento nostalgia al menos un par de semanas.
El ser humano y por distintas razones, necesita despedirse para poder continuar, aunque lo dejen por megafonía.