Los días ahora parecen borradores
En mitad de esta locura solo podemos estar seguros en casa y, estas cuatro paredes han dejado de ser hogar. No podemos volver al pasado, el pasado tiene que salir ardiendo, precisamente él es el problema.
_ ¿Cómo te gustaría volver a la vida?
_ Entero.
Nuestro mundo está patas arriba. No sabemos mucho sobre el enemigo, pero éste se presenta en varios frentes. Nuestra sociedad está en guerra y nosotros en plena supervivencia. No nos engañemos, no somos héroes, yo al menos no quiero ‘medallitas’. Somos tipos anónimos que tratamos de sobreponernos a todo, nada es sencillo.
Aunque prensa e incluso Gobiernos quieren convertirnos en seres místicos casi sacados de un film de guerra, no tenemos papel ni escena. La sociedad occidental tal y como la conocemos necesita ayuda y por supuesto, reinventarse.
Hace apenas semanas nos ‘vendían’ que no había enemigo, ni tensión, ni tragedia, ni miedo. A mí me recordaba a una cinta de Nolan donde no mostraba al enemigo, lo cual daba aún más miedo. Enseñaba solo sus actos, su odio con movimientos de tensión, emoción y tragedia. No hace falta ver explícitamente al enemigo, es sencillo adivinarlo en el rostro de los seres humanos asustados por la crisis actual y la que viene de camino.
Es curioso que cuando sentimos miedo solo queremos volver a casa, ahora estamos en ella y seguimos asustados
La principal diferencia entre una película de guerra y la vida es que puedes abandonar la sala de cine o ponerla en pausa desde la comodidad del sofá. La vida para todos ha dejado de ser pretenciosa pero no ha dejado de ser bella en cada plano. La vida ahora es más densa, nos desnuda y nos deja confusos y perdidos, incluso desesperados como los soldados en el Canal de la Mancha esperando ser rescatados en 1940, sobre la arena esperaban un milagro a solo 40 millas de Gran Bretaña.
Ellos querían volver a casa, nosotros salir de ella.
Supongo que, salvando las distancias, es lo mismo que debía sentir un soldado en aquellos momentos de incertidumbre cuando debía decidir si pelear o hacerse el muerto en mitad del campo de batalla. No es una simple cuestión de actitud y sí de supervivencia.
Hace años preguntaron a un exboxeador en un canal de la televisión inglesa sobre sus trucos para mantenerse en forma. Solo contestó que no había trucos, sencillamente su vida consistía en no bajar la guardia porque nunca sabía quien podría intentar noquearle.
No sé ustedes, pero yo me niego a creer en una sociedad cuya única actitud durante la cuarentena sea aplaudir a las 8 de la tarde.