No hay mejor comienzo que el final de algo. Uno no puede empezar, así como así, absolutamente nada, sin haber cerrado antes una puerta
No sé ustedes, pero yo tengo la sensación de que me han ‘robado’ la primavera y sobre todo el final del invierno.
Vamos a empezar a salir a la calle sin estar del todo preparados, como el despertar de un coma profundo para encontrarnos con el rostro de una vida a medias, la cual no nos suena de nada mientras alguien con bata blanca nos dice que poco a poco recordaremos un pasado complaciente.
Puede que seamos como los patos de Central Park, ¿alguien sabe dónde van en invierno cuando el lago se hiela?
Cuando todo esto acabe regresaremos al sitio al que pertenecemos, a la vida que dejamos completamente aparcada. Nadie sabe más de comienzos ni de finales que un ave migratoria.
La única forma de disfrutar de la vida es ejercerla, sin peros, sin comas, sin volver a decir ‘algún día’, sin tirar la toalla, sin hacernos daño, sin caernos y levantarnos para volver al suelo diez veces más.
La vida es una putada, pero es nuestra putada, da vueltas y no se marea, así es ella. La vida no es la chica que te quiere, ni la que está a tu lado en las malas, es la que te roba el corazón y se besa con otro. Así es, irreverente y caprichosa, no puedes tenerla en el punto que desearías, ni cogerle la mano, siempre se suelta y aparece en mitad de algo para recordarte lo mucho que te gusta.
Una noche, hace muchos años paseando por Nueva York me detuve en mitad de Lexington Ave para ver como una pareja se ‘peleaba’ en mitad de la calle. Me quedé observando mientras se separaban unos veinte o quizá treinta metros el uno del otro. No recorrieron más distancia sin mirar hacia atrás, al final volvieron a juntarse para continuar su camino juntos. Ella después sonreía, supongo, no sé, que acababa de poner a prueba muchos aspectos de su relación. Entiendo que la vida es algo así, ¿adónde vamos a ir que se esté mejor?
Enfadarse con la vida es liberador, la maldices mientras miras hacia atrás como la pareja neoyorkina, a ver si sigue ahí, esperándote. La vida en esencia es la salvación para los amantes del riesgo, de los suicidas y de los derrotados. La gente busca la moral, la fe o la ficción como tablas donde agarrarse en los malos momentos.
Decía Cheever que hay confusión entre ficción y filosofía, yo creo que simplemente nos falta saber qué queremos, no hay que elegir entre hacerlo bien o mal, es precisamente la única conclusión que deberíamos sacar de todo este alboroto en el que se ha convertido el mundo. Un mundo que creíamos más amable y que nos ha mordido la mano.
Nuestra sociedad ha reprogramado el universo, lo han estirado tanto que lo han convertido en un escándalo, nos han vendido tantas mentiras que nos han dividido. El tabaco, el azúcar, los procesados y ahora un virus.
Mientras nos encerraron en casa por sus errores y mentiras, ahora solo pretenden seguir manteniendo sus posiciones. Creo que solo encontraremos paz en la verdad, en lo auténtico, solo veremos el cielo centelleando cuando dejen de contarnos que todo va a salir bien estando en sus manos.
La sociedad debe de aprender, los ciudadanos deben enseñar a sus hijos que el camino a la felicidad no existe, lo único que existe es el deseo de ser feliz.
Lo efímero y la verdad a medias tienen poco recorrido, sacian un tiempo, pero nos deja hambrientos. No tengamos miedo a la vida, ni a cruzar la línea para cambiar las cosas que podemos cambiar.
La vida no tendrá sentido de inmediato, ni el parar un tiempo para continuar exactamente igual, sería una cadena perpetua, seríamos Bill Murray en el Día de la marmota, ¿qué es peor?, ¿lo que nos mata en pocos segundos o lo que nos condena para siempre?
Chéjov escribía que cuando se sugieren muchos remedios para un solo mal, quiere decir que no se puede curar.Empiezo a creer que estamos solos, no hay nada más insultante que la falta de criterio al decidir voluntariamente quien está al volante.
Destapemos algo poético de todo esto, cuidemos de los patos también en invierno y no nos dejemos engañar por nadie más que por la vida, en definitiva, es la nuestra.