Encuentra algo que te enamore hasta que te mate
Anastasio no sabía lo que era el amor. Mejor dicho, no lo había sabido hasta aquel instante. Cuando se despidió de Celia, ya no era el mismo que cuando la saludó una hora antes.
Cuando un libro acaba, al menos yo, me siento transportado, ingrávido y transparente. Tal y como describe Luca de Tena a Anastasio en Edad Prohibida (Austral editorial) en el párrafo anterior y que pertenece a la página 96.
Los personajes nunca se nos van de todo, ni aquellos lugares que se describen y que, en muchos casos nunca visitaremos por miedo a quedar defraudados. Los libros, en parte y permítanme la analogía, son como las relaciones humanas, para bien o para mal, nos dejan huella.
Saber desde el principio que va a haber un final, hace que la historia sea triste, aún así queremos leerla, vivirla. En ocasiones nos empeñamos en obviar que habrá, casi seguro, un final que no nos guste. Las personas o las páginas de un libro nos enganchan, por eso releemos una y otra vez los mismos libros, creyendo en ocasiones que el final será otro.
En realidad, un libro no siempre nos trata igual ni nos dice lo mismo que la vez anterior. Los personajes crecen, maduran y las situaciones personales de cada uno no siempre son las mismas que la última vez que leímos ese libro o, hablamos con esa persona
Después de todo, lo que queda son los días felices, en cada sitio en el que hemos estado, en cada persona que ya no está.
Por último y si me lo permiten, acepten un consejo: lean, lean mucho, ya sea un libro o ese mensaje que no abrieron nunca. Los libros o las personas, aunque creamos que ya no nos esperan, tal vez, merezcan otra oportunidad o, una segunda ojeada. No olviden que un libro cambia, sí, léanlo de nuevo y cuéntenme si han sentido lo mismo que la última vez.
¡Sean felices!