Encuentra algo que te enamore hasta que te mate. Una especie de hierro candente en las tripas. Vive y ama, todo lo demás es secundario.
Tengo la absurda teoría de que, si de algo hemos de morir, hagamos que al menos merezca la pena. Las parejas, las amistades y las relaciones familiares no están exentas de toxicidad. Extraños contagios de todo tipo, a veces, incluso a la vez.
Cuando éramos a penas unos críos, todos sentimos por primera vez la presión social y la primera prueba de resistencia a la toxicidad de los demás. Una madre poniendo cara de asesina, un primo del que nunca habíamos oído hablar y la obligación de compartir tiempo y espacio con él.
Ahora, en plena época efervescente de contagios y de personas tóxicas tampoco estamos a salvo de nada de eso. Pese al esfuerzo del ser humano de búsqueda constante de la felicidad o lo que creemos que es felicidad. Hemos convertido nuestra vida y rutina en pequeños parques de atracciones, la montaña rusa emocional venia instalada de serie en el cerebro
Cuando creemos que alguien nos va a plantear un problema decidimos salir huyendo y el día que por lo que sea nos quedamos, empezamos a ver tóxica a esa persona. No solemos estar preparados para afrontar en exceso la vida de los otros.
Tal vez y solo tal vez, seamos prisioneros de malas decisiones, de falta de tiempo y de miedo al contagio. El buenrollismo, la creencia en el karma o en Dios es propia de gente optimista por naturaleza, gente a su vez incapaz de ver el mundo tal y como es, gente incapaz de tomar el control total de su destino si Google no aparece como guía.
Créanme, aunque suene exagerado, el mayor contagio es la distancia que solemos poner, esas pequeñas barreras como el trabajo, el mirar sólo a lo que tenemos delante, el venir de vuelta de todo o el miedo al fracaso, a otro fracaso. Los contagios son algo más que ficción, cuando probamos lo tóxico siempre queda para el recuerdo. Así, nos convertimos en todo aquello que nos ha hecho daño, empezando a parecernos a quien tanto detestamos.
‘’¿No parece qué falta algo?
‘’¿Qué hay del alma?
‘’¿El alma? No hay nada aquí, solo química’’.
El miedo es la mayor droga que existe, ha tejido una astuta red de poder que recorre todo el mundo, llegando antes que nadie a cualquier lado.
Mientras en las noticias nos hablan de brotes epidémicos importantes nosotros seguimos infectando con miedos e inseguridades a quienes nos rodean. Hacemos extrañas cadenas humanas que trasmiten lo efímeros e impacientes que somos con los demás. Un halo que desprende lo poco parecidos que somos a un clavo ardiendo.
Hay virus que causan neumonía, dificultad respiratoria o pequeñas infecciones, en cambio nuestras emociones mutan, un día queremos esto y mañana lo otro, cambiamos rápido de personas, de conversación o de lugar si no nos dan de forma inmediata lo que buscamos o necesitamos.
Por eso, cuando en realidad perseguimos lo auténtico entre tanta oferta vacía y superflua, no dejamos de sentirnos solos y desabrigados. No sabemos donde encontrar ni como reconocer lo que realmente nos conviene. Lo he dicho antes y lo reitero, busquen algo que les enamore hasta que los mate, búsquenlo eternamente si es preciso y cuando sientan un hierro candente en las tripas es que se habrán contagiado de algo de verdad. Tampoco se confundan, a veces creemos sentir mariposas en el estómago y sólo es úlcera.
¡Mientras tanto, sean felices!