Irse es un motivo para tener un sitio al que regresar. Un lugar decente al que volver una y otra vez. Sin cántaro ni fuente. Volver es un punto de partida, una odisea con tintes clásicos, una forma de disfrutar, de vivir el camino.
Todos los que volvemos alguna vez a un sitio o a una persona lo hacemos libres de demonios que alguna vez nos han devorado por dentro. Volver es necesidad, no obligación. Hay sitios y personas que conviene visitar, a los que nos apetece regresar una y otra vez, aunque nunca para quedarnos definitivamente. Quizá ahí esté la clave de todo, en la nostalgia de un tiempo mejor.
La persona que se va nunca vuelve siendo la misma, es la esencia e intrahistoria de un viaje con vuelta abierta. Un pasaje de David Lean o una letra de Leiva. Por eso viajamos tanto como podemos permitirnos, por eso hay ciudades, ríos o cafés que son nuestra casa, a veces por un breve espacio de tiempo. Sabes que no son tuyos, que no te pertenecen por mucho tiempo, aunque acabas descubriendo que un día volverás de nuevo.
‘’Entonces entendí porqué atrae París a los torturados, a los alucinados, a los maníacos del amor.’’Henry Miller
Los regresos no siempre son como los hemos imaginado. Una cosa es la mente y otra bien distinta la realidad y ésta siempre ha sido un poco puta. Un regreso es una segunda parte.
No sé vosotros, pero entiendo que una segunda parte es un arma de doble filo. Una continuación de algo que por un motivo se detuvo. El mundo, la historia, el cine y las relaciones personales están hechas de segundas partes. Tranquilos, no voy a decir eso de <<segundas partes nunca fueron buenas, excepto El Padrino II>>. Tampoco lo pienso.
Volver puede que signifique empezar desde cero. Volver, al menos para mí significa sentirme pletórico, creer que no hay nada imposible, llenar de aire los pulmones, relajado, sin dificultad para respirar o para pensar. Cuanto mayor ha sido el tiempo y la distancia, mejor se respira. Un sentimiento que solo lo saben quienes lo han vivido. Hay regresos sin rumbo, posiblemente abocados al fracaso, a revivir el fracaso. Uno puede dejar las cosas, las ciudades o las personas en un punto de éxito o de fracaso. Y volver al mismo punto. No seré yo quien, de lecciones o consejos, para eso consulten el horóscopo. La vida sigue para todos mientras hemos estado fuera y eso es realmente difícil de entender y de procesar. Cuando regresamos somos conscientes plenamente de que nunca fuimos imprescindibles.
Hogar es una palabra complicada, hay quien nunca lo ha sentido. El riesgo de marcharse continuamente es proporcional al riesgo de no sentirte nunca como en casa. Somos personas de acogida constante, nunca olvidemos eso.
Michael Schumacher, heptacampeón del mundo en Fórmula 1 volvió a la competición en 2010. En 52 carreras no consiguió ninguna victoria. Jordan volvió por segunda vez a la NBA, cambiando los míticos Bulls por los Wizards y dejando su icónico número 23 deslucirse con otra camiseta. Volver no nos asegura un sitio, ni siquiera lejos de la cima.
Hubo momentos bonitos y eso nos hace volver una y otra vez a los mismos sitios donde hemos sido felices. No hay reglas escritas en los procesos para comenzar a idolatrar lugares o personas y creo que es el vacío que llevamos dentro. No sabemos vivir sin creernos especiales.
Cuartango escribía en su artículo El Club de los corazones solitarios un párrafo cumbre en su extensa obra, algo profundo que ayuda a entenderme.
<< Me gusta retornar a los sitios que forman parte de mi historia. Pero ello siempre me produce frustración, porque nunca están como yo me los imaginaba en mi memoria. Todo fluye, todo cambia menos nosotros, que somos arrastrados por el paso de un tiempo que nos destruye. Esa conciencia de la fugacidad hace más precioso cada instante, porque en él se condensa toda la eternidad>>.
Lo que asusta de volver es sabernos eternos caminantes, buscando un momento que ya pasó y que no va a volver tal y como lo recordamos. No se asusten, no todos estamos hechos para vivir en una comedia romántica con final previsible.